Pasaron 80 días del estreno de ¨The Last Dance¨. Todos sabemos el final. Chicago Bulls conquista su sexto título en 8 años. En el escenario Vivint Smart Home Arena, hogar de los Utah Jazz, Michael Jordan se llevó todos los ¨flashes¨ al encestar el doble decisivo, a tan solo seis segundos del final. Con ese tiro selló el triunfo.

Cada uno de nosotros, en algún momento de la vida, quiso llegar al éxito siendo “Air” Jordan. Derrochar talento en cada metro de la cancha, tomando todos los riesgos y encestar cada uno de los tiros. Ser conocido en cada continente. Pero hoy, quiero hacer hincapié, en Steve Kerr, que supo aceptar su rol de jugador secundario, de tener pocos tiros por partido, asumió sus limitaciones para poder dar lo mejor de sí mismo y estar a la la altura de las situaciones límites de este bello juego. El representa, la otra manera de alcanzar el éxito en este “game”.
Su relación con el básquet comienza a través de su padre, Malcolm Kerr. A quién le encantaba ver jugar a su hijo más pequeño, lo apoyaba y empujaba a ser mejor. Veía que Steve amaba este deporte. La competitividad del menor de la dinastía Kerr, se fue puliendo por jugar en la puerta de casa con el padre y su hermano. Obviamente la gran mayoría de las veces, los dos varones mayores de la familia ganaban y esto a Steve le dolía, pero sin saberlo, estas pequeñas derrotas en su niñez, lo iban forjando para su vida con el baloncesto.
Sin mucho éxito con los cazatalentos, terminó la secundaria sin posibilidades de una beca deportiva. A último momento aparece la Universidad de Arizona, la cual le ofrece una beca y sin conocer la ciudad, la acepta. Durante sus primeros años de colegiatura, tuvo buenos números, pero sin sobrepasar la media. En 1984 una tragedia golpea a su puerta. Tres de la mañana, suena el teléfono de la residencia universitaria. Algo anda mal. Atiende, del otro lado un amigo de la familia le comunica que su padre, Malcolm fue asesinado en Beirut donde era Director de la American University.
Frente a la pérdida de un ser querido, todos reaccionamos de distintas formas. Al día siguiente del fallecimiento, Steve escogió ir a entrenar, porque no sabía qué otra cosa hacer. Se sumergió profundamente en el "basketball" , para así poder alcanzar su sueño y el de su padre de poder jugar profesionalmente. Entreno laboriosamente, más que nadie y aún así apenas alcanzó para poder llegar.
NBA, draft 1988, Phoenix Suns lo elige en una posición muy retrasada, la 25 de la segunda ronda. En su primer año en esta franquicia, tuvo apenas un promedio de seis minutos por juego, pero era un especialista de tiro de tres y le sacaba provecho a esta característica de su juego. Su verdadera oportunidad, es al año siguiente cuando es traspasado a Cleveland Cavaliers, allí comenzó a demostrar al mundo sus cualidades como lanzador de larga distancia, el crecimiento fue notorio. Estuvo 3 temporadas y media, terminando la última de ellas en las filas de los Orlando Magic. Al año siguiente firma para Chicago Bulls, acá es donde la historia comienza.
Llega a los Bulls, donde sabe que es un jugador de rotación y que solamente va a tener cinco tiros por partido. Allí encuentra a quién admiraba, John Paxson, el cual comenzaba su último año de carrera profesional. Paxson supo entender que su reemplazo sería Steve Kerr y debía prepararlo para darle soluciones al equipo y sobre todo para que “MJ” confié en él, porque en los “playoffs” necesitaba saber con quién podía contar. Su nivel de exigencia era muy alto, los presionaba a un nivel extremo y tuvo un desencuentro con Steve, quién no claudico ante la presión de Jordan en un entrenamiento, lo enfrentó a pesar de haber perdido la pelea. Pero aunque suene extraño, ese desencuentro mejoró notablemente su relación y se ganó el respeto de
“Black Jesus” Jordan.
Todo deportista tiene un momento crucial en su carrera deportiva, en donde tiene que demostrar de lo que está hecho. Ese momento para Steve Kerr es la final de 1997. Partido ceñido frente a un equipo físico como los Utah Jazz. Tablero empatado, a 28 segundos del final, Phil Jackson pide tiempo muerto. Sentados en la banca, “Mike” sabe que todas las cámaras están puestas en él, le susurra “Steve, prepárate” a lo cual Kerr en un nivel de euforia alto le grita “Si viene, estaré listo” . Final del tiempo muerto, se reanuda el juego, pelota para Chicago. Jordan tiene la posesión, sabe que van a doblegar su marca y Kerr estará libre. Le pasa el balón a Steve, que tira faltando cinco segundos para que termine el partido y encesta. Pasan al frente en el marcador, ganan su quinto anillo, con la gran ayuda de este jugador de rotación.

Fabricio Oberto supo decir una vez “ser el mejor peor jugador”, en un plantel repleto de estrellas, es entender que necesita el equipo y dárselo. Creo que Steve Kerr, si bien son de épocas distintas, supo entenderlo a la perfección.
Escrito por:
Gabriel Peréz Velardez.
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